Estoy en los 49 con la sensación de no encontrar nada que me interese lo suficiente como para llamarle pasión o vocación. 

Desubicada, como si fuese un fracaso enorme no tener una etiqueta de especialista en algo.  Creencias… al fin y al cabo, no hay ninguna ley universal que requiera vivir encasillado en un rol.

No sé si lo que sucede realmente, aunque sabemos que lo real siempre depende de cada uno, o al menos es lo que debería ser si tuviéramos pensamiento crítico, como explica en este vídeo «Ramón Vallés«. (Por cierto os recomiendo muchísimo el canal de @Aprendemosjuntos  de BBVA, es francamente inspirador)

O quizá  es que mis expectativas están fuera de mi potencialidad, es decir; que querer descubrir el propósito de mi vida y saber qué me mueve y hacia donde ir no está en mi capacidad porque soy una persona “multitasquing” y me gustan tantas cosas que ninguna tiene peso suficiente como para gobernar en solitario, igual en en los resultados electorales del 23J23 de España. O igual lo que me mueve no entra dentro de la clasificación económica entendida como «empresa».

Sé bastante de muchas cosas pero no suficientemente mucho de nada como para ser experta o definirme con una etiqueta laboral. Esto me preocupa muchas veces y mucho muchas otras veces porque me lleva a ser un “producto indefinido” y falto de enfoque que provoca poca claridad e intención en cómo puedo ayudar a los demás, en lo que puedo aportar (aunque son muchísimas cosas y  muy buenas las que puedo aportar) 

Y está claro que se busca concreción, una solución específica, un perfil (como en Linkedin) que encaje en un marco ideal que esa empresa o situación necesita., igual que yo busco cuál es mi lugar.

He tenido suerte en poder colaborar en empresas donde he aportado un gran abanico de recursos, es más, cuando me encasillan siento que me cortan las alas, que muero por dentro por no poder aportar en otros campos porque mi alta sensibilidad me hace ver soluciones creativas en múltiples situaciones donde todavía, a veces, no se había pensado actuar. 

Otra posibilidad que barajo de por qué no he llegado a definir mi cometido, es que quizá, mi camino espiritual me ha dado un enfoque de “banalidad terrenal” donde creo firmemente que nada de lo que haga aquí es tan importante como lo que haga en mí.

A pesar de ello sigo algo obcecada en encontrar mi sitio, pues por lo que siento, todavía me queda recorrido aquí en este plano terrenal y las normas del juego hay que combinarlas con las del resto del universo.

Sigo buscando, me dejo fluir, leo, aprendo, avanzo, pero … no llego. Será que no hay ningún lugar donde llegar? Será que he de eliminar esa creencia de que he de pertenecer a un grupo profesional definido para ser útil a la sociedad? 

Y tú? Cuéntame, cómo ha sido tu camino para llegar a tu identidad profesional, si la tienes?